miércoles, 28 de marzo de 2012

¿Qué significa el paro?



Por Ileana Medina Hernández

"Si los jóvenes no siempre tienen razón,
la sociedad que les ignora y les atropella se equivoca siempre"

François Miterrand


El tema actual más importante para los españoles es el paro. Hablamos de la "crisis", de la generación ni-ni (que no es tal), y de su consecuencia más nefasta, el alto índice de desempleo, que afecta sobre todo a los más jóvenes y los mayores, o sea, a todos excepto a esa franja privilegiada de gente superproductiva entre los 30 y los 45 años (por otra parte, la franja de edad donde se supone nos reproducimos, así que no hay lugar para los niños).

Próximamente, se celebrarán en Gran Canaria unas Jornadas Europeas para el Empleo Joven en Canarias. Son unas jornadas con cartel de lujo, organizadas por el Servicio Canario de Empleo, y en cuyo comité organizador también participa la Dirección General de Juventud, las dos universidades públicas canarias, sindicatos y federaciones de empresarios. El sistema educativo preuniversitario no está representado. Parece que el tema del empleo, la emprendeduría o la profesionalización comience en la universidad.

Se habla mucho de la emprendeduría como solución para el desempleo y para la crisis, y yo también lo creo. De hecho la primera conferencia prevista en las Jornadas se llama VIVIR SIN JEFES. ¿Quién no quiere? O al menos, con los mínimos jefes posibles. Imagino un futuro de trabajadores autonómos y microempresas, donde la gente trabaje en lo que le gusta, conoce y cree en lo que hace, y se realiza a la vez que gana dinero suficiente para vivir, y coopera con otras microempresas de gente igualmente feliz.

Pero un emprendedor es ante todo una persona con ciertas habilidades, con creatividad, con imaginación, y con suficiente autoestima y confianza en sí mismo (amén de luego un marco jurídico que apoye y no castigue la iniciativa personal). Un emprendedor es una persona que se conoce a sí mismo y cree en sus fortalezas, en aquello que tiene para ofrecer a los demás. Justo lo que el sistema educativo se empeña en que no tengas durante los más de 20 años que dura la escolarización.

Para cuando los jóvenes dejan de estudiar o salen de la universidad, ya arrastran muchos años de escolarización donde se les ha enseñado lo contrario de aquello que caracteriza a un emprendedor: a estar sentado en un aula muchas horas diarias, a obedecer, a callarse, a no salirse de la línea, a cultivar un solo tipo de inteligencia (o en el mejor de los casos dos, la lógica-matemática y la lingüística, pero todo el mundo dice aquello de "yo era de letras") y a sentirse un fracasado si no aprueba unos exámenes diciendo lo que el profesor quiere escuchar.

A mi hija de 4 años ya le están coartando de cierto modo su espíritu creativo y emprendedor: se pasa horas haciendo fichas en las que no puede salirse de la línea de puntos, en las que no puede salirse del dibujo. ¡Pero si son los que se salen del dibujo los que van a llegar a crear lo que no existe!

De la crisis actual solo se saldrá con un cambio en el sistema productivo que también implica un cambio total en el sistema educativo, y por tanto, en nuestro sistema vital. Un sistema en el que trabajemos y estudiemos para vivir, y no vivamos para estudiar y trabajar. En el que el trabajo no sea una esclavitud encima ahora devenida privilegio, sino un medio para alcanzar un fin: una vida plena.

Como todos sabemos, desde el siglo XV más o menos, el Renacimiento y luego la Ilustración trajeron el nacimiento de una nueva clase, la clase comerciante y burguesa, cuya evolución puede considerarse el origen directo de las actuales "clases medias". Sin embargo, en la práctica y reduciendo el caso a España por ejemplo, hasta los años 50 y 60 del pasado siglo, el trabajo para la mayoría de la gente era muy duro. Había tres señores dueños de la tierra, y un médico y un abogado en cada pueblo (que junto con el cura, el alcalde y el señor feudal, formaban la oligarquía patriarcal). El resto, tenían que trabajar muy duro para sobrevivir, en el campo o en oficios muy duros (carboneros, mineros, obreros de las fábricas, etc.).

Tras la Segunda Guerra Mundial, la aspiración de todas las familias para salir de la pobreza era que sus hijos "fueran a la universidad". Hacerse médico, abogado, arquitecto o ingeniero, se convirtió en la forma directa de acceder al paraíso de la "clase media".

Los niños y jóvenes sólo debían hacer una cosa: estudiar. Estudiar y sacar buenas notas, cumplir con las expectativas de los maestros, obedecer e "hincar los codos". En el mejor de los casos, aprender ya no memorísticamente, sino razonadamente, pero siempre sobre el papel. Ir a la escuela en sí mismo ya era un privilegio, pues hasta hace muy poco, la mayoría de la población era analfabeta.

La escolarización se convirtió así en el camino, prácticamente el único camino, de acceso a la cultura, al conocimiento, y posteriormente al mercado laboral. En apenas 50 años, se creó prácticamente una universidad en cada ciudad, y un gran "ejército" de profesionales y graduados universitarios copó todos los centros de producción y de conocimiento.

Hoy en día, la cantidad de graduados universitarios es tal, que el mercado laboral no puede absorberlos. Hasta hace muy pocos años, digamos que lo teníamos relativamente fácil: usted era un buen estudiante, hacía los "deberes", y automáticamente, al graduarse de abogado, médico o veterinario tenía el trabajo asegurado, un despacho propio y la vida resuelta.

Ahora nos encontramos con que no es así. Una gran cantidad de licenciados en Economía, Derecho, Psicología, Filología o Bellas Artes, no encuentran salida laboral. Graduarse de la universidad ya no es garantía de nada. Para diferenciarse de la "masa", el título ya no es suficiente, (las universidades privadas ofrecen hasta dos títulos a la vez), ahora es necesario tener además dos másteres, seguir prolongando hasta el infinito la vida estudiantil (o sea, más de los mismo), cuatro idiomas, unas prácticas en el extranjero, y aún así, tener la suerte de encontrar una plaza de becario. Acumular durante más de 20 años, una cantidad de conocimientos y esfuerzos de sobrecualificación innecesarios, que luego ni siquiera hacen falta para el puesto de trabajo, porque luego, lo que de verdad harás allí, lo aprenderás sobre la marcha.

Todo eso en medio de un sistema económico saturado, cautivo, deprimido, con solo uno o dos renglones productivos (el turismo, la especulación financiera, el parón de la construcción...) que está en urgencias y necesita regenerarse con nuevas alternativas, con gente que tenga fe en ofrecer otro tipo de negocios, con gente "loca" que se lance a hacer lo que otros no han hecho.

A la vez, y sintomáticamente, España sigue manteniendo grandes cifras de "fracaso escolar". Tenemos pues dos problemas: alcanzar el "éxito escolar", no es garantía de nada. No alcanzarlo, es garantía de menos. El 30% de nuestros jóvenes no termina la secundaria.

Esto hay tres maneras de verlo:

1) tenemos que hacer algo para que la casi totalidad de nuestros jóvenes alcance niveles altos de escolarización, o sea, se ajuste al sistema educativo tal como está y sobreviva en él, o

2) tenemos que dejar de pensar que el fracaso escolar significa fracaso vital, y pensar que los jóvenes que no "sirven" para la escuela sirven para otras cosas igualmente valiosas (dignificar oficios y profesiones mucho más diversas) o

3) tenemos que cambiar el sistema educativo de modo que en él quepan todos los tipos de habilidades, inteligencias y talentos diversos desde la infancia, sacando a los niños de las (j)aulas y devolviéndoles la posibilidad de cultivar talentos diversos: corporales, musicales, sociales, con la naturaleza, etc... todos igualmente valiosos.

Yo me inclino por una mezcla del segundo con el tercero. Ni el fracaso escolar tiene por qué significar el fracaso vital, y las escuelas tienen que cambiar ya. Ahora mismo.

El sistema educativo hasta ahora estaba diseñado para formar seres homogéneos, capaces de hacer tareas repetitivas como mano de obra. El siglo XXI exige lo contrario: un sistema educativo que abra el abanico a la inmensa posibilidad de los talentos humanos, para que desde ahí, desde el talento personal, desde la pasión, desde la creatividad, la autoestima y la confianza en uno mismo, los jóvenes imagineninnoven, inventen, fabriquen, emprendan un nuevo sistema económico más diversificado, más justo, más libre, más creativo, más divertido, más variopinto, más humano.

miércoles, 12 de mayo de 2010

La guerra contra los funcionarios (I)

Por Ileana Medina Hernández

Tanto el Gobierno de España como el de Canarias, han declarado la guerra a sus propios funcionarios.

En medio de la crisis y el pánico de que nos vaya a ocurrir lo mismo que a Grecia, el Gobierno debe tomar medidas.

Y, como siempre, tanto los gobiernos de derechas como de izquierdas, toman medidas POPULISTAS.

Acaba de anunciar Zapatero la eliminación del cheque-bebé (los 2.500 euros que desde julio de 2007 se dan a cada bebé que nace) que en su día se aprobó como una medida POPULISTA, y ahora su retirada es también POPULISTA. Siempre pensé que mejor que regalar 2.500 bebés a todos los bebés (incluidos a los de familias de clases altas) hubiera sido prolongar la baja maternal remunerada dos meses más, algo que sí beneficia a todos los bebés en aquello que verdaderamente necesitan (la presencia de su madre en sus primeros meses de vida), pero esa medida, aunque hubiera costado el mismo dinero que regalar 2.500 euros, hubiera sido cuestionada por los defensores y "defensoras" de un feminismo primario obsoleto y por los sectores empresariales, así que de eso ni hablar.

Ahora además se anuncia la reducción de las plazas de funcionarios y la reducción de sus salarios. Medida que los políticos saben que siempre atraen las simpatías de la gente, que tienen rabia (o envidia, no sé bien) a los funcionarios públicos, como si no existiera la posibilidad de que todo el que quiera ser funcionario pueda presentarse a un examen de oposición, en igualdad de condiciones con todos los demás. (Sólo hay que leer los comentarios de algunos lectores a estas noticias, que dan pavor por la ignorancia y el inexplicable odio que babean contra los funcionarios...).

La gente piensa en funcionarios y siempre se imagina a alguien que ha entrado por "manga" (y esto también es culpa de los políticos, no de los funcionarios), tocándose los güebs en una oficina, pero no sabe que la mayoría, la inmensa mayoría de los funcionarios en España son médicos, enfermeros, auxiliares de clínica, profesores, maestros, educadores infantiles, bibliotecarios, carteros, policías, bomberos... Gente cuyo trabajo es imprescindible para nuestro bienestar (los que cuidan de nuestros niños, enfermos, ancianos...LA LABOR MÁS IMPORTANTE DE LA SOCIEDAD) e imprescindible para nuestra seguridad, que nos quejamos siempre de que su trabajo no es óptimo, pero a quienes muchas veces pagamos una miseria y ahora encima le reducimos el salario.

Otra buena parte son simples administrativos y auxiliares, con salarios de mileuristas, que han visto perder en los últimos años su poder adquisitivo, y que soportan sobre sus hombros todo el trabajo de la Administración y la dejadez de sus propios jefes y políticos.

Pueden tomarse muchas medidas para mejorar la economía, pero ninguna de ellas puede tocar las empresas petroleras, o a los bancos, o las telefónicas... que cada año anuncian sin pudor que han obtenido más beneficios que el año anterior.

Ya nadie se acuerda de la pasta gansa que se le regaló a los bancos, supuestamente a beneficio de todos para evitar el colapso de la crisis hipotecaria (en la que se metieron ellos solitos, en confabulación con los lucradores del ladrillo), miles de millones regalados a empresas privadas que no han dejado de obtener ganancias ni de pagar salarios y jubilaciones multimillonarias a sus directivos.

Es fácil, y tiene muy buena prensa arremeter contra los empleados del sector público (que puede y debe ser mucho más eficiente, es cierto, pero que si no lo es, la responsabilidad es de los propios políticos), cuando el barco se tambalea. Desde luego mucho más fácil que intentar hacer la Administración más eficiente, que tocar a las grandes empresas chupadoras de sangre, que retirar la financiación a la Iglesia Católica, que desterrar la corrupción y el clientelismo de muchas administraciones locales...

Qué vergüenza.

PD: La guerra del Gobierno de Canarias contra sus funcionarios, merece post aparte.

sábado, 13 de marzo de 2010

Revolución Pacífica de Negros y Mujeres

Por Ileana Medina Hernández

Artículo publicado originalmente
en el blog Orlando Zapata Tamayo.

Orlando Zapata era negro. Guillermo Fariñas es negro. Otro cubano ha anunciado que será el próximo en seguir la cadena de huelgas de hambre: se trata de Félix Bonne Carcasés, otro hombre negro, ingeniero y exprofesor , de unos 70 años.

Preferiría que estos hombres no hubieran muerto, ni sigan muriendo. Creo que mejor que morir por una causa, es vivir para ella, para ganarla, para contarla. Pero gracias al sacrificio de estos hombres, nos despertamos por primera vez en 50 años con noticias diarias sobre la disidencia cubana en todos los grandes periódicos del mundo.

Las otras protagonistas cotidianas de la disidencia cubana son ahora mismo mujeres: Yoani Sánchez , Claudia Cadelo y otras blogueras; y las Damas de Blanco, esposas, madres e hijas de prisioneros políticos, que llevan varios años manifestándose pacíficamente en las calles de La Habana. Otras muieres han sido y son protagonistas de la oposición interna cubana: María Elena Cruz Varela, Martha Beatriz Roque... han sufrido años de prisión en Cuba por razones de conciencia.

Hace varias décadas que el estallido de la posmodernidad comenzó a dinamitar poco a poco en Europa el centro del universo hombre-blanco-católico-heterosexual para darle cabida a otros sujetos durante milenios marginados hacia la periferia de los proyectos "civilizatorios" (aunque la igualdad real de oportunidades es todavía una utopía).

Los ancianos que gobiernan la Revolución Cubana, y que siguen inspirando veneración en una parte de la izquierda internacional, son en su mayoría hombres, blancos, militares.

La Revolución Cubana es parte del Proyecto Moderno, y siempre vislumbré que su fin no podría venir de otros hombres blancos armados o vociferantes del otro lado del Estrecho de la Florida (sus adversarios simétricos que se alimentan de odio entre sí) sino de la ruptura “blanda” que provoca la “condición posmoderna”.

Está visto que ante la fuerza "sólida" de la dictadura cubana, no han sido efectivas en cincuenta años otras formas igualmente duras y sólidas como el bloqueo, intentos de agresión militar, o ensayos de una oposición interna que sistemáticamente reprimida nunca ha tenido recursos para enfrentarse al sistema en su propio terreno.

Quienes a finales de los 80 y principios de los 90 nos deslumbramos con el concepto de "posmodernidad", y leíamos en La Habana textos de Vattimo o Lyotard como quien lee textos disidentes altamente "revolucionarios" (o "contrarrevolucionarios", según se mire) en el fondo intuíamos que la verdadera negación del discurso "sólido" e inquebrantable de la Revolución no estaba en otro discurso "sólido" del mismo tipo pero de signo contrario.

Hoy, cuando asistimos al fin -con muchos años de retraso- al advenimiento de la postmodernidad en Cuba de mano de internet, de los teléfonos móviles, de las redes sociales y del resto de las prácticas on-line, la nueva forma de oposición bloguera que encabeza Yoani Sánchez, unida a la antigua –y de algún modo “espiritual”- inmolación pacífica por huelga de hambre de estos hombres negros, inaugura una nueva etapa que podríamos llamar “oposición posmoderna”, o si queremos usar los términos tradicionales de la izquierda, pues una Revolución Pacífica de Negros y Mujeres.

Un enemigo tecnológico, virtual, no organizado, escurridizo, conocido y apoyado en el mundo entero gracias a la inmediatez y universalidad de internet, como es el movimiento blogger cubano, está resultando mucho más difícil de aniquilar y silenciar que ningún otro movimiento.

La huelga de hambre de Fariñas y de otros prisioneros políticos, resulta efectiva en la misma medida en que se enfrenta a la dictadura con unas armas que sólo pueden vencer haciendo revivir a sus propios enemigos, si no quieren quedar como asesinos ante la opinión pública internacional.

Las movimientos feministas y anti-racistas que tanto éxito llevan teniendo en los últimos cincuenta años en el mundo occidental, no han llegado nunca a Cuba. La Revolución se constituyó en la década de los sesenta, al margen de los movimientos democráticos de las minorías que explosionaban en todo el mundo: hippies, pacifistas, ecologistas, feministas, movimientos raciales… todos quedaron fuera del discurso de la Revolución Cubana, que paradójicamente pretendía incluirlos y representarlos, pero que los fagocitó en la terrible homogeneización política y social que caracterizó a todos los sistemas comunistas de modelo soviético.

La Federación de Mujeres Cubanas, organismo oficial aparentemente dedicado al establecimiento de la igualdad, como todas las organizaciones “de masas” cubanas es dirigida desde arriba, y fue presidida, hasta su muerte en 2007, por la propia esposa de Raúl Castro, que firmaba (el uso del apellido del marido es una de las pocos signos machistas que no se usa en el mundo hispánico) como “Vilma Espín de Castro”. Un movimiento mucho más parecido a las “primeras damas” y a la Sección Femenina de Franco, que a un feminismo moderno y plural. Tras cincuenta años de Revolución, y aunque las mujeres hayan logrado incorporarse en Cuba al mundo estudiantil y laboral con bastante éxito, el machismo tropical endémico cubano sigue siendo igualito al de otros países de la región.

Los temas de la igualdad de derechos (tanto la sexual como la racial) han sido tabú en las publicaciones científicas y sociológicas cubanas, y pocos estudios hay, dentro o afuera del país, que aborden con seriedad esta cuestión. La igualdad se "presupone" como parte del sistema.

El tema racial resulta particularmente espinoso. Pero algo resalta a simple vista tras cincuenta años de proceso “revolucionario”: los barrios más pobres de las ciudades siguen siendo mayoritariamente habitados por negros, la representación de los negros en la cúpula política es muy minoritaria, incluso me atrevería a decir que la presencia de los negros en las universidades cubanas es mucho menor que su porcentaje poblacional.

Hoy nos vemos ante la evidencia de que las más notorias figuras de la disidencia son negros y mujeres. También, y por eso mismo, los más humildes.

Que algunos sectores de la izquierda internacional (ay, Presidente Lula; ay, artistas españoles…) sigan ignorando este detalle, y se sigan poniendo del lado de los represores, es penoso y triste (muy lamentable aunque los reprimidos fueran hombres blancos, por supuesto). Que sigan dejando que la derecha más reaccionaria (como Esperanza Aguirre y Federico Jiménez Losantos en España) monopolice el tema de Cuba, demuestra una gran torpeza política y una gran ceguera intelectual.

Quizás el problema sea que esa izquierda antigua –construida por oposición a la derecha tradicional, y por tanto dentro de sus mismas coordenadas cognitivas- sigue recelando de los discursos fragmentarios, de los pensamientos "débiles", de la resistencia pacífica, de los movimientos inconexos y desorganizados, de la "líquida" y por ello mismo incontenible red virtual, que no necesita organización, ni centro, ni sede, ni fuerza física: solamente corre y se extiende como la luz.

A lo peor, las huelgas de hambre de estos grandes negros dignos puedan venir a decirles que no sólo “posteando” ni “cobrando dinero del enemigo” se hace disidencia en Cuba. Que también hay gente dispuesta a morir por ello. Qué pena, qué gran pena, que se sigan necesitando mártires para legitimar causas tan justas.

viernes, 12 de marzo de 2010

El dinero del enemigo

 Por Ileana Medina Hernández

Artículo publicado originalmente en Penúltimos Días.

Debo confesar que hace un tiempo —en un foro de Facebook que ha pasado a la historia por la triste circunstancia de ser “culpable” de la expulsión de un alumno de la Facultad de Periodismo de La Habana— me quedé estupefacta al leer, de “boca” de estudiantes de dicha Facultad, algunos argumentos que me parecieron imposibles en jóvenes veinteañeros de la Cuba de hoy.


En el calor de los debates, algunos estudiantes (con acceso a internet) nos acusaban, a los que vivimos “fuera”, de habernos vendido “por dinero”. Nuestro delito consiste, pues, en cobrar por nuestro trabajo todos los meses un sueldo en euros, en dólares, en quetzales, en bolívares o en francos de Burundi.

Los argumentos partían del análisis del fenómeno de la bloguera Yoani Sánchez, a quienes todos los oficialistas acusan de “escribir por dinero”.

Cada vez que algún disidente cubano se hace visible, el primer insulto que se le ocurre a las autoridades es el de “mercenario al servicio del enemigo”. “Lo hacen por dinero”, vociferan.

Cuando algún dirigente quiere ser “tronado” enseguida aparece el argumento del “enriquecimiento ilícito”. No los “truenan” por corruptos, pues corrupta es toda la cúpula militar-empresarial que maneja las grandes empresas de incorporación de divisas al país. Los dejan ser corruptos mientras son fieles, para poder quitarlos con el pretexto de la corrupción cuando se vuelven “infieles”.

El dinero es la “gran sombra” de la Revolución Cubana. La relación de amor-odio-ignorancia que el sistema cubano ha establecido con el dinero es patológica. El discurso de la Revolución se ha construido a favor de los “pobres”, y la obra principal de la Revolución ha sido, supuestamente, la de distribuir equitativamente la pobreza.

Acumular o poseer dinero, o simplemente ganar un sueldo trabajando, es en Cuba un delito.

Por la misma razón, la gente ha dejado de tener pudor en pedir abiertamente dinero (la “limosna” es el deporte nacional) y han perdido toda noción de lo que cuestan las cosas, suponiendo —alentados en parte por cierto tipo de emigrantes que vuelven a Cuba a presumir— que todo el que vive en otro país es “rico”, y tiene el “deber” de regalar su dinero.

La realidad es que el sistema económico de la “propiedad social” se ha demostrado en todas partes absolutamente improductivo. Las empresas e industrias cubanas no generan riqueza. Como dice un chiste “el cubano se hace el que trabaja, y el Estado se hace el que paga”. Ni se produce, ni se cobra. El salario promedio de un ingeniero o un médico en Cuba no supera los 20 euros mensuales. El de un trabajador no cualificado no supera los 10.

Podríamos preguntarnos entonces, en un sistema económico así, de dónde puede salir el dinero y los recursos para mantener los cacareados “logros de la Revolución”: a saber, la educación y la sanidad universal y gratuitas.

Quienes vivimos en los países desarrollados sabemos bien lo costosos y difíciles de gestionar que son los sistemas educativos y sanitarios públicos (que existen y funcionan bastante bien en toda Europa). ¿Cómo puede un país pobre como Cuba, con un sistema económico absolutamente improductivo, presumir de modelos de servicios públicos que son tan caros y difíciles de mantener?

En primer lugar, porque las condiciones en que permanecen los hospitales y las escuelas en Cuba hoy en día son tan penosas, que cualquier inspector sanitario los cerraría a cal y canto nada más entrar por la puerta.

En segundo lugar, porque los principales renglones productivos de Cuba, las principales fuentes de divisas, son externas al sistema: el turismo y las remesas de los emigrantes.

Eso es normal en muchos países del llamado “Tercer Mundo”. Las remesas de emigrantes son un recurso fundamental, incluso en países grandes como México o Argentina, y se han llegado a considerar “el primer ingreso de América Latina”. Se trata, por supuesto, de una fuente justa —y aún insuficiente— de reparto de riqueza a escala mundial.

Lo que no es tan normal es que, encima de constituir el primer recurso económico del país, a los emigrantes se nos denigre, se nos acuse de “gusanos” y enemigos, se nos prive de nuestros derechos en nuestro país de origen y se nos extorsione constantemente para que, si queremos volver a entrar a Cuba a visitar a nuestras familias, tengamos que pagar considerables cantidades de dinero al Estado en permisos e impuestos absolutamente injustos.

Perdonen que me detenga en describir algunos de esos altísimos impuestos que tenemos que pagar los cubanos del exterior si queremos volver a ver a nuestras familias —pagos desconocidos por la mayoría de la gente del mundo “normal”.

Para que se les permita salir del país, los cubanos residentes en Cuba deben pagar al Estado cubano un permiso llamado “tarjeta blanca” que cuesta 150 dólares, y una carta de invitación que cuesta 250. Además, los cubanos que salen de visita al extranjero deben pagar al Estado cubano 40 euros ¡por cada mes! que permanezcan en el exterior (dinero que pagan casi siempre sus familiares o amigos en el exterior).

El pasaporte español, por ejemplo, cuesta 20 euros cada 10 años. El pasaporte cubano cuesta 90 euros (¡¡¡sí!!!, 90 euros que se hacen 115 si es un “trámite no personal”, o sea si no te personas en el Consulado) un sello cada dos años, y 180 su renovación cada seis años, o sea en total cuesta 360 euros cada seis años.
Los cubanos “con la categoría de emigrados”, aunque tengamos otros pasaportes, si queremos entrar a Cuba debemos hacerlo con el pasaporte cubano, y debemos pagar además 80 euros de permiso de entrada ¡a nuestro propio país! Los precios pueden comprobarlos en la página web de la Embajada de Cuba en España, en la sección de Servicios Consulares.

Recientemente se ha establecido, además, la obligatoriedad de pagar un seguro médico privado para entrar al país a partir de mayo de este año, que es un impuesto solapado. Además de las propinas que sin rubor piden todos los funcionarios con que tropiezas en esos avatares burocráticos.

En Cuba, las tiendas de productos básicos (higiene y alimentación: los supermercados comunes y corrientes) venden sus productos en una moneda que no es la misma con la que los cubanos cobran sus salarios. En esas tiendas (todas propiedad del Estado) los precios se fijan arbitrariamente, fuera de toda ley de oferta y demanda, y un litro de aceite de girasol cuesta mucho más caro que en cualquier supermercado de Europa.

Esa moneda artificial, llamada peso cubano convertible (CUC) es de valor semejante al euro. El salario promedio mensual en Cuba sería de 20 CUCs, lo suficiente para comprar en esas tiendas 1 kg de carne de res ó 3 litros de aceite de oliva. Por tanto, la inmensa mayoría del dinero que se recauda en esas tiendas proviene igualmente de los turistas y de las remesas de emigrantes. También tienen supermercados on-line donde los emigrantes pueden encargar productos para regalar a sus familiares.

Los turistas, esos perversos ciudadanos capitalistas que acuden a votar en sus países cada cuatro años a partidos conservadores o socialdemócratas; y los emigrantes, esos “gusanos” anti-patriotas que se venden por dinero y que difaman la Revolución, sostienen con su trabajo remunerado en una economía que genera riqueza, la exánime economía “socialista” del país.

Y no sólo con nuestro trabajo, sino con nuestra sensibilidad y nuestro alto peaje emocional, que no nos permite dejar en la estacada a nuestras familias ni dejar de visitar nuestra tierra.

Nada de esto es noticia, por supuesto. Pero encontrarme en Facebook con gente que todavía mantiene esas consignas indecentes y estúpidas, fascistas y excluyentes, gente que muerde con su retórica la misma mano que le alimenta, me indigna y me entristece.